Ana Jarvis |
Las celebraciones por el Día de la Madre se iniciaron en la Antigua Grecia, en las festividades en honor a Rhea, la madre de Júpiter, Neptuno y Plutón.
Durante el siglo XVII en Inglaterra comienza una celebración llamada “Domingo de servir a la madre” en la cual se honraban a las madres de Inglaterra y los criados tenían permiso y el día pagado para ir a visitar a sus madres. Después se comenzó a preparar una torta especial llamada la torta “servir a la madre” y que se hacía para hacer un honor a las madres.
Pero el festejo del día de la madre en nuestros días se lo debemos a una estadounidense, Ana Jarvis, nacida en Filadelfia, quien luego de perder a su madre prematuramente en 1905, se obsesionó por rendirle culto a esa mujer que tanto recordaba y anhelaba.
Se dedicó a escribir a maestros, religiosos, políticos, abogados y cuanta personalidad se le ocurrió, para que apoyaran su proyecto de celebrar en todo Estados Unidos el Día de la Madre en el aniversario de la muerte de la suya, el segundo domingo de mayo.
Y lo logró… pero después de cinco años. Tuvo muchas respuestas, y en 1910 ya era celebrado en casi todo el país. Más tarde el Congreso de EEUU tomó la iniciativa y presentó un proyecto de ley a favor de esta celebración en todo el país.
En 1914, luego de deliberar y aprobar el proyecto, el Presidente Woodrow Wilson firmó la petición que proclamaba el "Día de la Madre” como día de fiesta nacional, que debía ser celebrado el segundo domingo del mes de mayo.
Posteriormente otros países se fueron sumando a la celebración y Ana Jarvis pudo ver más de 40 países de diferentes partes del mundo en este acontecimientos sentimental que no tenía otro fin que rendir homenaje y enaltecer a ese ser que da parte de su ser para dar vidas, y aún su vida por el fruto de sus entrañas.
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